Para los más pequeños
1. La base de una buena alimentación debe
establecerse en la infancia.
¡Cuanto antes se empiece a inculcar buenos
hábitos alimentarios mejor! Si se aprende a comer erróneamente en la infancia,
es difícil cambiar estos hábitos cuando se es adulto.
2. El estilo de vida y hábitos alimentarios de
los padres influyen enormemente en los de sus hijos.
Los padres transmiten su estilo de vida a la
próxima generación. Esta en sus manos inculcar unos hábitos alimentarios
saludables siguiendo una dieta con la máxima variedad de alimentos y cocciones
posible y evitando el consumo de alimentos azucarados y grasos. Si los padres realizan
una dieta muy rica en grasa o azucares, los niños hacen lo mismo.
Además, se deben evitar conductas aversivas
hacia los alimentos como manifestar rechazo o realizar comentarios negativos
sobre las características de un alimento delante de los niños. Esto puede
favorecer que el niño cree aversiones a alimentos.
3. Premiar a los pequeños con dulces no es recomendable.
Estimular a los niños con dulces y caramelos no
les aporta ningún beneficio. Al contrario, un alto consumo de azúcar provoca,
entre otras cosas, que el páncreas secrete un exceso de insulina pudiendo
desencadenar a la larga diabetes tipo 2, la aparición de caries dentales o daño
a la flora intestinal con la consecuente mala digestión.
Además, el alto consumo de azúcar causa
alteración del estado de ánimo como agresividad, alteración del comportamiento
o falta de concentración y puede afectar al rendimiento escolar.
4. Es importante incluir alimentos frescos y de
temporada en su dieta.
La alimentación de los niños debe incluir
alimentos frescos y de temporada, evitando los productos precocinados y
comerciales que son muy ricos en azúcares, grasas y sal.
Vale la pena que los niños se familiaricen
con los alimentos frescos de temporada des de una edad temprana pues incluso cuando en la adolescencia prefieran
comer pizza y tomar refrescos de cola, tarde o temprano recordarán los
beneficios de una alimentación sana y volverán a ella.
5. La implicación de los niños en la cocina mejorará
su relación con los alimentos y la comida.
Implicar a los niños en la preparación de las
comidas ejerce un efecto positivo sobre la relación de estos con los alimentos.
Debemos procurar familiarizarlos con las distintas frutas y verduras pues son
los alimentos menos aceptados. Esto no quiere decir que deba elegir el menú
aunque si participar en ello.
6. Crear menús y platos atractivos con colores,
formas y cocciones variadas.
Los
alimentos más rechazados suelen ser verduras, hortalizas y frutas. Si bien
todos los platos deben ser atractivos, los que incluyan dichos alimentos
deberán serlo especialmente, utilizando formas y dibujos u mezcla de colores
llamativos. Esto favorecerá su consumo.
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